miércoles, 2 de abril de 2014

Mecanismos de defensa. Anna Freud


Anna Freud, la última en seis hijos, nació en 1895 en una casa grande y acomodada, en un buen vecindario de Viena, en donde permaneció hasta los 43 años, cuando ella y su padre se fueron a Londres para escapar de los nazis. 
En 1914, a los 18 años, al terminar la preparatoria fue cortejada por Ernest Jones, fiel freudiano quien después se convirtió  el principal biógrafo de Freud. Poco después dice maestra de primaria y enseño en pequeñas escuelas privadas durante cinco años.
A los 23, se sometió a dos años de psicoanálisis con su padre. Lo ocurrido durante la terapia agudizó el interés de Anna por el psicoanálisis, que se convirtió en el centro de su carrera posterior. En 1926 ya era psicoanalista en ejercicio, trabajaba con niños y daba conferencias a maestros y padres sobre la aplicación de la teoría psicoanalítica y su utilidad para las relaciones normales con sus hijos.
Su trabajo con niños pequeños fue una extensión radical de las investigaciones originales de su padre, pero se vio empequeñecido con la publicación en 1936 de su libro más importante "El yo y los mecanismos de defensa", en el que realizó su primer estudio sistemático, clarificando y diferenciando diez tipos de mecanismos y explicando las diferentes vías por las que se pueden generar.  Para Anna, nos protegemos de las ansiedades con varias estrategias que surgen de nuestras disposiciones genéticas, dificultades externas y la microcultura de nuestra familia y comunidad. Las defensas utilizadas en forma deliberada y conciente hacen la vida más tolerable y satisfactoria; sin embargo, cuando las defensas oscurecen la realidad y nos impiden funcionar se convierten en neuróticas y sus efectos pueden ser dañinos.
En 1947, al tiempo que ejercía de manera privada, Anna estableció la clínica Hampstead, un centro de capacitación para educar a quienes quisieran convertirse en analistas de niños. Hasta el final de su vida trabajó con niños, formó maestros y extendió el alcance del psicoanálisis.


Represión: suprime de la conciencia aquello que produce ansiedad y con ello impide que se resuelva. Sin embargo, el elemento reprimido sigue formando parte de la psique y permanece activo a pesar  ser inconsciente. "La represión nunca es definitiva, sino que requiere de un gasto constante de energía para mantenerla en ese estado, del que trata constantemente del salir" (Fenichel, 1945)

Algunos padecimientos psicosomáticos, como el asma, artritis y las úlceras pueden relacionarse con una represión; asi como fobias e impotencia o frigidez tambien pueden surgir de sentimientos reprimidos. "Si el yo reprime, la formación de síntomas lo liberan de la tarea de dominar sus conflictos" (A. Freud, 1946)

Negación: es un acto inconsciente para aceptar un hecho que altera al yo. La anécdota siguiente es un ejemplo ilustrativo:

Una mujer fue llevada a los tribunales a petición de un vecino, quien la causaba de haber tomado prestado y dañar un valioso jarrón. Cuando le tocó el turno a la mujer de defenderse, su defensa fue triple: "en primer lugar, nunca tome prestado el jarrón; en segundo, ya estaba maltratado cuando lo tomé; por sí fuera poco, lo devolví en perfectas condiciones"

Racionalización: acto inconsciente de encontrar razones aceptables a ideas o acciones inaceptables. Es un proceso mediante el cual una persona presenta una explicación que es éticamente aceptable o lógicamente congruente con una actitud, acción, idea o sentimiento que en realidad tiene otros motivos. Racionalizamos para justificar nuestra conducta cuando las razones de nuestros actos no son dignas de elogio e incluso ni siquiera las entendemos. 
La racionalización es una forma de aceptar la presión del superyó; disfraza nuestros motivos interpretando nuestras acciones de una manera moral. Como obstáculo del crecimiento, impide que quien racionaliza (o cualquiera) considere, observe y comprenda los motivos genuinos y menos aceptables. 

Formación reactiva: sustituye conductas o sentimientos opuestos al deseo real; es una inversión explícita e inconsciente del deseo. No sólo se reprime la idea original, sino que también se excluye de la conciencia cualquier vergüenza o reproche que se dirija uno por admitir dichos pensamientos. 
Los efectos secundarios de la formación reactiva dañan las relaciones sociales. Sus características principales son excesividad, rigidez y extravagancia. El impulso negado debe ocultarse del continuo. La formación reactiva enmascara partes de la personalidad y restringe la capacidad de responder a los acontecimientos; la personalidad se torna relativamente inflexible. 

Proyección: el acto de atribuir a otra persona, animal u objetó las cualidades, sentimientos o intenciones que se originan en uno mismo. Es un mecanismo de defensa mediante el cual los aspectos de la propia personalidad se desvían hacia el ambiente externo; la amenaza se trata como sí fuera una fuerza externa. De este modo la persona enfrenta sentimientos reales pero no admite o no está consciente del hecho de que la idea o comportamiento tenido es suyo. La variable más importante en la proyección es que nos vemos en nosotros mismos lo que nos parece claro y obvio en los demás. 

Aislamiento: mediante  el aislamiento se separan las partes que causan ansiedad de una determinada situación del resto de la psique. Es un acto de dividir, de manera tal que muy poca o ninguna reacción emotiva que ligada al suceso; cuando una persona, analiza problemas que aisló del resto de la personalidad los recuerdos y sentimientos como si hubieran pasado a otro. El aislamiento se vuelve mecanismo de defensa cuando sirve para evitar que el yo acepte aspectos de situaciones o relaciones que provocan ansiedad. 

Regresión: es el retorno a un estado anterior de maduración a un modo de expresión más simple infantil. Es una forma de calmar la ansiedad alejándose del pensamiento real y repitiendo las conductas que la apaciguaban. 
Quien cae en una regresión prefiere el helado del sabor que tomaba de niño o relee su libro favorito de la infancia como una forma de apartarse del presente.

Sublimación: es el proceso mediante el cual la energía dirigida a metas sexuales o agresivas se encauza hacia nuevos objetivos, generalmente artísticos, intelectuales o culturales. La sublimación ha sido llamada "defensa del éxito".
Si imaginamos que la energía original es un río que se desborda periódicamente y destruye casas y propiedades, la sublimación serían los diques de contención y los canales de derivación, que se aprovechan para generar energía eléctrica, y regar campos de cultivo secos, crear parques y abrir sitios de recreación. La energía original del río se desvía hacia canales convenientes para la sociedad a la cultura.
La sublimación, a diferencia de las otras defensas, resuelve y elimina tensiones. La civilización alienta la superación de las pulsiones originales y, en algunos casos, crea otras metas más satisfactorias para el ello que la gratificación de aquellas pulsiones.





Bibliografía:
Fadiman, F., Freger, R.; TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD; Ed. Alfaomega- Oxford; México: 2001





























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